Nos encontrábamos de vacaciones en casa de unos amigos en Singapore, cuando alguno de ellos nos recomendó que visitáramos una ciudad de Malasia que da título a este post. Dicha ciudad se encontraba a unas dos horas y media en autobús y tenía buena pinta, pues en su momento fue un centro económico donde convergieron diferentes culturas, lo cual prometía.
Al final el viaje mereció la pena por diferentes razones. Por un lado porque prácticamente sólo atraviesas selva hasta llegar al lugar en cuestión, aunque lo de selva, en determinadas zonas, sería un término que habría que coger con pinzas, pues no sabéis la de maleza que están haciendo para producir el tan de moda biodiesel.... no sé si me explico. Por otro lado fue interesante porque el guía era de esos que merecen la pena, y a pesar de haber estado sólo un día, nos contó tantas cosas del país que parecía que lleváramos allí más tiempo del que estuvimos. Y por último, para terminar, cómo no, nos llamó enormemente la atención el tipo de taxis que se gastan en el lugar (lo que veis en la foto del post). Algunos se preguntarán si no habían taxis tal cual los conocemos, yo al menos no recuerdo haberlos visto, lo que no significa que no existan, pero que vamos, estas bicicletas amarillas tan hornamentadas se podían ver por todos los lugares. Por cierto, el servicio que ofrecían era bien barato, cercano al euro o poco más, eso sí, como podéis comprobar, no es un vehículo para gente tímida o que quiera pasar desapercibida.
Saludos a tod@s.
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